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El Atlético reina en el sopor

Roter.Teufel

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El Atlético reina en el sopor

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El equipo de Simeone derrota al Cádiz gracias a un regalo de Ledesma a João Félix y con un tanto de De Paul tras un partido con poco juego y mucha bronca

Con apenas tres tiros a puerta y un fútbol pacato, el Atlético salvó como pudo la visita del incómodo Cádiz, víctima de un error madrugador de su portero y de un partido bronco por momentos. Juego hubo poco. Tampoco es que el equipo de Simeone pareciera necesitarlo.

No había dicho aún el Atlético aquí estoy cuando Ledesma le entregó la pelota a João Félix en el pico del área en su intento por jugar con Akapo. La ejecución del luso fue fina, tanto como burdo el error del meta del Cádiz, su vencimiento antes de tiempo y la desguarnición de su palo. Menos de tres minutos de juego y pareció que ya no había nada a qué jugar. Por lo menos para el Atlético, entregado al pragmatismo del riesgo cero. Dispuesto al fútbol de combate desde las muchas imprecisas patadas largas de Oblak, pero no para hilar fútbol. Fueron tan recurrentes los pelotazos del meta esloveno como la nulidad de sus compañeros para ganarlos a la primera o segunda jugada. Alcaraz y San Emeterio, los dos diques que reclutó Sergio González de su pasado en Valladolid, se bastaron. Mala señal para el Atlético ante lo que le puede esperar el martes en Old Trafford si el plan es el mismo.

Esa querencia por no jugar a nada le dio carrete al Cádiz, que no tuvo que empeñarse lo más mínimo en el primer tiempo para marcar el paso. No arañaba, pero obligaba al Atlético a vivir en el alambre. Y cuando no, esa propuesta tan áspera era la que empujaba a los futbolistas de Simeone a exponerse a un mazazo. Idrissi y Espino amagaron con disparos lejanos en medio del partido hormigonero al que le invitó su rival. Fútbol enterrador del talento de João Félix, Griezmann, Herrera, Carrasco o de cualquiera que se vea envuelto en ese juego tan primario. Koke repareció, pero como si nada. No había una combinación digna de los rojiblancos bajo una lluvia tan desagradable como su juego. Las faltas, la ausencia de continuidad en el juego y las tarjetas brotaron como los aditivos naturales del fútbol trabado que se impuso. De una entrada con los pies por delante de Reinildo, castigado con roja directa, pudo brotar al menos el relato de la épica para el Atlético. Defender su renta mínima con diez durante una hora. Llamado por el VAR, el colegiado rectificó y la tarascada se quedó en amarilla porque el impacto fue apenas en el empeine. Curiosa la decisión, porque dejó entrever que la vara de medir fue la puntería y no la temeridad de Reinildo.

Abortada la obligación de la heroica, al Atlético le tocó lidiar con la necesidad de ganar cuando Negredo dejó en evidencia a los centrales rojiblancos. Al centro tocado de Espino, emergió en medio de ellos para enchufar un cabezazo certero al filo del descanso. La igualada fue un castigo merecido para tanta especulación y tanta racanería. A Simeone no le quedó más remedio que buscarle un giro a su planteamiento. Así que sentó al anónimo Koke para dar entrada a Lodi. El movimiento implicó mover a Carrasco al carril diestro para permitir que Llorente jugara más adelantado. El equipo se siente más cómodo y más seguro con las piernas y sus pulmones al servicio del centro del campo y del ataque. Eso le dio el dominio al equipo de Simeone por primera vez. Sin mucho fútbol, pero al menos con empuje, que es lo menos que se le puede exigir jugando en casa contra un rival que pelea por no descender.

Embotado el Atlético, Simeone tuvo que buscar una solución más. Mandó al banquillo a Carrasco para que entrara Correa, aunque eso supusiera condenar de nuevo a Llorente al carril, y metió a Luis Suárez por el soterrado Griezmann. Ese movimiento de piezas tuvo recompensa rápida porque Correa y Suárez son enciclopédicos para interpretar con naturalidad cómo hacer daño. Con una pared, el argentino dio continuidad a un pase largo cruzado que bajó Llorente. Este vio a Suárez, que de espaldas tiró de oficio para no forzar el remate y jugó para Correa. El disparo cruzado de este lo despejó Ledesma y lo reenganchó De Paul para marcar con un toque mordido.

Con ventaja, regresó el Atlético al modo reservón. Volvió a refugiarse en su campo y a esperar una rendija al contragolpe o un error para cerrar el partido. Le pudo costar caro de nuevo. Una salida en falso de Oblak, con aceite en los guantes para blocar un centro al área, lo rebañó Luis Hernández. Giménez, sobre la raya de gol, y con la testa, evitó la urgencia al Atlético de tener que volver a marcar. Temeroso, Simeone sentó a João Félix para blindarse más en el medio con el canterano Javi Serrano. También sentó a Giménez por precaución y con vistas a la cita de Mánchester para darle cabida a Felipe. No vivió tranquilo el Atlético porque a Serrano sí le costó la roja una entrada a ras de suelo que impactó en un tobillo de Álex Fernández. A partir de ahí, el partido entró en la bronca continua y Simeone alentó a su hinchada para sumar otro defensa.

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